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Encandilamiento
Sin ComentariosPublicado en NoticiasFeb 21, 2013
Una situación que vale la pena mencionar, como dificultad coadyuvante en el manejo nocturno, es la de encandilamiento.
La luz estimula el sentido visual de los seres humanos. La nitidez de las percepciones requiere un perfecto sistema óptico que enfoque las imágenes en la retina. También es preciso que la intensidad lumínica se mantenga dentro de una gama aceptada por el ojo humano. La tolerancia a las variaciones lumínicas extremas que se observa en el ser humano está dada por el reflejo pupilar (mecanismo de diafragma presente en el ojo humano).
A pesar de este mecanismo, una actividad visual normal requiere una intensidad lumínica mínima de 200 lux. Actividades de precisión requieren 1000 lux de intensidad lumínica. Sobrepasado esto (2000 lux por ej.) se produce fatiga visual, deteriorando la calidad visual, con las consecuencias que todos nosotros conocemos en la conducción vehicular.
Si esta intensidad se da en forma abrupta (como en el encandilamiento) se produce un estímulo retinal que deteriora la calidad visual temporalmente, permitiendo en ello la pérdida de control del vehículo conducido en forma pasajera, con recuperación visual progresiva.
Por ejemplo, si circulamos de noche por una ruta sin iluminación artificial a 110 km/h, es decir, que se recorren 30m en 1 segundo, y considerando que el alcance de las luces bajas que no son de xenón es aproximadamente de 40 m, significa que solamente vamos a disponer de poco más de un segundo para reaccionar ante la posibilidad de cualquier tipo de obstáculo y si sumamos a esto la posibilidad de sufrir un encandilamiento, en el mejor de los casos estaremos bajo sus efectos aproximadamente durante 5 segundos, es decir, por lo menos recorreremos 150 metros sin ver absolutamente nada.